Coaching: el arte de fijar y de alcanzar objetivos

Ya se ha escrito mucho sobre el coaching, lo que es y lo que no es. Sin embargo, en el ejercicio de mi profesión, con empresas, con clientes, o bien consultando los medios de comunicación, me encuentro muy a menudo con una concepción distorsionada, mal comprendida de lo que es el coaching. En este blog, propongo aclarar una serie de conceptos que me parecen clave para entender esta disciplina, practicarla bien y utilizarla mejor. Para mi el coaching es,sencillamente, el arte de fijar uno o varios objetivos y alcanzarlos. Nada más. Y esto puede ser en la vida profesional (Executive Coaching o Coaching Ejecutivo) o bien en la vida privada (Life Coaching o Coaching Personal). ¿Sencillo verdad? ¿Demasiado quizás?. Estoy oyendo algunos de vosotros diciendo "si esto se hace ya en el mundo de las organizaciones", "ya lo pensaba, tanto revuelo y tanta moda con el coaching para al final practicar algo que se hacía ya pero con otro nombre". En cierta forma tenéis razón, el coaching pretende aportar soluciones a una cuestión vieja como el mundo "Saber lo que uno quiere y luego conseguirlo". Ahora bien, la novedad es que, en la actualidad, el coaching se está imponiendo como la forma más potente de resolver estas dos preguntas fundamentales que cualquier ser humano u organización se plantea: "¿Qué quiero/Qué queremos?" "¿Cómo conseguirlo?". Entremos un poco más en materia.
Primero centrémonos en la parte de la definición que dice "Fijar uno o varios objetivos". Sin objetivo no hay coaching. La primera pregunta que un (buen) coach hará a su cliente en la primera sesión es la siguiente "¿Qué quieres?". Y esta pregunta, a primera vista sencilla y anodina, abre la caja de pandora. ¡Palabra de coach! No os podéis imaginar la cantidad de personas que se quedan mudas después de estas 2 sencillas palabras. O bien que después de un largo silencio, me dicen "lo tengo claro, no quiero, ni esto, ni esto y ni lo otro..." y yo recordándoles amablemente que les pregunté "lo que quieren". O bien otros que, después del mismo silencio, inician un largo monólogo en el cual, a menudo, se contradicen y después de mucho rato no están muy seguros de lo que quieren. ¿Y por qué todo esto?. Simplemente porque es de lo más natural. Porque saber lo que uno quiere no es fácil. Por un lado, nuestra educación en muchos casos se ha hecho en base a "no hagas esto, no hagas lo otro, cuidado con querer demasiado,...". Por otro lado, querer supone tener un auto conocimiento de nosotros mismos que, muchas veces, no hemos trabajado lo suficiente y esto tanto a nivel personal como a nivel profesional. Por fin, querer supone proyectarse en el futuro e imaginar cosas que todavía no han ocurrido, situarse en un nuevo estado que desconocemos, aún más cuando desde la infancia la mayoría de nosotros hemos dejado de lado nuestras capacidades creativas, nuestra capacidad de soñar. Pues bien, el coaching inicia aquí un trabajo esencial sobre objetivos. Primero ayuda a la persona o bien a un grupo de personas, tanto a nivel privado como en entorno profesional, a pensar de forma "afirmativa" o "positiva", es decir, a expresar lo que "quiere" en vez de lo que "no quiere", entrando a menudo en estos blocajes internos o externos que impiden a uno desear algo legitimo. Luego abre un espacio de reflexión, utilizando si es preciso herramientas, donde el cliente va a mejorar su auto conocimiento, confirmando lo que sabía o descubriendo lo que ignoraba, tanto en sus fortalezas como en sus áreas de mejoras. Ayudará también al cliente a re-descubrir habilidades creativas para dibujar su futuro no solo con la mente sino también con las emociones, los sentimientos y el cuerpo. Poco a poco, lo que estaba borroso y a veces contradictorio, empezará a asentarse sobre fundamentos más firmes, en base a capacidades y aspiraciones reales y tomará forma con un nivel de detalle hasta ahora desconocido, abriendo entonces muchas más posibilidades de acción para poder alcanzarlo. Porque es mucho más eficaz decir: "Voy a Paris a ver la Torre Eiffel" que "Voy a Francia".
Ahora veamos la segunda parte de la definición, a saber "Alcanzar sus objetivos" . ¡¡Bonito no!!. Al final es a lo que todo el mundo aspira y no sabe como hacerlo. Bien, pues en Coaching, para conseguirlo, dividimos el problema en 3 partes. Primero nos centramos en "lo que limita al cliente para alcanzar su objetivo, o lo que le hace falta". Luego "ayudamos al cliente a elegir las opciones que más le gustan para alcanzarlo" y por fin " nos aseguramos de que el cliente actúe y aprenda en la acción". Otra vez dicho así parece sencillo y hasta trivial y no se entiende porque el Coaching es tan eficaz. Aquí la potencia del Coaching reside en que se guarda de dar respuestas todas hechas y ayuda al cliente a encontrar las suyas, incitándole a cuestionarse su forma de ser en el mundo. Uno de las mejores lecciones que aprendí de mis maestros y que tengo grabado en la mente a la hora de practicar esta disciplina es la siguiente "el Coaching apunta al ser antes de apuntar al hacer" ¿Y esto que quiere decir? Pues que un Coach primero está interesado en hacer descubrir a su cliente que tipo de juicios o creencias tiene y cuales son los/las que le ayudan a alcanzar su objetivo y cuales son los/las que le impiden hacerlo. Es lo que llamamos "un cambio de observador". Provocamos mediante preguntas potentes y actuando como espejo de sus propios pensamientos y de sus propias acciones, que el cliente observe por primera vez la forma en que piensa y construye su mundo, su mapa de la realidad, y que condiciona irremediablemente la forma en que actúa, y por lo tanto la forma en que obtiene sus resultados. Es un proceso fundamental, indispensable, es la famosa "epifanía" sin la cual las acciones para alcanzar el objetivo se estancan, o bien producen un resultado muy pobre, mediocre. Es el momento crucial en que el cliente se da cuenta que desde su forma de ser esta bloqueando el alcanzar su objetivo, está poniendo trabas inconscientemente a su propio aprendizaje para hacer posible lo que quiere conseguir. Por ejemplo si quiero hablar bien en público y sin embargo tengo muy anclado la creencia de que solo los que tienen memoria para aprender su discurso y recitarlo de forma impecable son capaces de hacerlo, y además me considero una persona con poca memoria, me será muy complicado alcanzar mi reto. Sin embargo, al darme cuenta de que esta forma de pensar no es la realidad, sino nada más que un juicio, que otras personas con poca memoria son oradores estupendos, y que además recuerdo muy bien las cosas que para mi tiene una fuerte carga emocional (por ejemplo), entonces me quito un enorme peso de encima y abordaré el reto de "hablar bien en público" desde una visión mucho más positiva, adoptando un nueva creencia que me abre posibilidades, descubriendo otras formas de proceder que no veía antes, movilizando recursos propios insospechados hasta la fecha.
El cambio de observador es un momento muy bonito y muy emocional a partir del cual, generalmente, el horizonte del cliente se amplia súbitamente como si, llegado a la cima de una montaña, contemplara de repente una llanura inmensa y rica, una alfombra de mil colores hasta que la vista se pierda, llena de cereales, frutales, flores y buena hierba ...en fin como si de repente se encontrara con un mundo lleno de oportunidades. A partir de ahí, generalmente, se desata su creatividad, y con poca ayuda es capaz de encontrar nuevas opciones para abrirse un camino hacia su reto. Cada opción dará lugar a una posible meta que luego se dividirá en acciones que el cliente llevará a cabo con mucha más energía y con mucho más compromiso. Finalmente, creará un plan de acción de forma natural, sin casi darse cuenta, que estará dispuesto a llevar a cabo porque ahora está contemplando el viaje para conseguir su objetivo desde un nuevo ser.
A partir de aquí empieza lo que me gusta llamar "el viaje del héroe" como lo hace R.Dilts, autoridad mundial del coaching y de la PNL, en su libro que lleva el mismo nombre. El cliente pasa a la acción, pone en practica lo que ha decidido hacer, sale de su zona de confort para hacer cosas que no sabe y, sobre todo, no está acostumbrado a hacer. Se pone a prueba aplicando nuevos comportamientos, nuevas habilidades que no es capaz de hacer de forma inconsciente. Empieza a experimentar nuevas sensaciones desconocidas, incomodas, como cuando alguien, acostumbrado a firmar toda la vida con la mano derecha, de pronto se pone a hacerlo con la mano izquierda (probadlo y me contáis...). Son momentos de ilusión y también de desilusión, momentos difíciles, momentos de esfuerzo y, porque no decirlo, momentos de sufrimientos donde el "querer" y el "poder" se entrechocan y empiezan a salir chispas. Algunas son fuegos artificiales .."¡lo he conseguido, ¡qué bien!, ¡qué fácil!, ¡quién me lo hubiera dicho", otras son las chispas del martillo que choca contra el yunque, "¡no lo consigo, no me sale!, ¡qué difícil!, ¡no sé si podré!", con todas sus colecciones de emociones: sorpresa de ver que si se puede, alegría de tener éxito, rabia de no llegar a lo esperado, frustración por intentarlo en vano, tristeza por sentirse incapaz, rabia de la valentía por intentarlo uno y otra vez, felicidad de sentir que uno domina ahora una nueva habilidad, plenitud de alcanzar un reto... En fin la vida misma, pero con una diferencia de talla, la persona esta acompañada por un coach que cada vez que lo consigue le hace reflexionar sobre lo que ha aprendido, cada vez que no actúa le pregunta que se lo impide, cada vez que comete un error le recuerda que puede aprender de ello, cada vez que se desanima le arropa y le sostiene, cada vez que tiene éxito lo celebra para llenar a la persona de energía positiva y abordar la siguiente etapa. Un coach que en la acción le refleja lo que hace para que tome consciencia, le ayuda a hacer nuevos cambios de observador, le da ánimo en los momentos duros, para llegar por fin a su objetivo...
Ahora volvamos a lo que comentaba al inicio de este blog, sobre lo que se dice del coaching y no es del todo cierto, con esta nueva luz que acabo de arrojar.
Cuando hablo con Directores Generales, Directores de RRHH o bien Directores de Desarrollo, algunos son escépticos respecto al coaching y me dicen "sí, lo hemos utilizado, la persona ha estado muy contenta sin embargo no sabemos muy bien lo que ha conseguido". Aquí estamos en el caso típico donde no se ha enfocado el proceso como lo que debe ser "un medio de alcanzar objetivos" y que estos objetivos sean conocidos por la empresa. El hecho que las sesiones de coaching sean confidenciales no impide en absoluto, en entorno empresarial, que se compartan con el mánager del cliente (coachee) y RRHH los objetivos a alcanzar. Es incluso imprescindible que estén compartidos para el bien de todos. El coaching no es una disciplina para hacer que las personas estén contentas, sino para que las personas alcancen sus objetivos y entonces, como resultado, estén contentas e incluso estén muy contentas porque únicamente así la satisfacción es más real y duradera.
Por otro lado, a veces, existe la creencia de que el coaching pone al cliente en un estado constante de bienestar, como un especie de "nirvana" donde las cosas se consiguen solas, prácticamente sin esfuerzo. Otra vez volviendo a la definición que propongo "el arte de fijar objetivos y de alcanzarlos" no mencionamos el como y así dejamos abierta la posibilidad de que la persona pase por momentos también difíciles, por distintas emociones, algunas agradables y otras no tan agradables. Como decía yo "la vida misma". Porque no se puede salir de la zona de confort sin experimentar "una falta de confort". Lo que sí hace el coaching es ayudar a la persona a adoptar creencias "potenciadoras" ("epifanía"), a crear una visión concreta y motivadora de su reto y a analizar en positivo sus aprendizajes que hacen que el viaje sea mucho más llevadero y estimulante, pero no evita los esfuerzos ni las dificultades.
También se habla del coaching como algo que solo permite trabajar comportamientos y habilidades, es decir, aspectos intrínsecos a la persona y no un objetivo fuera de la persona. Por ejemplo se suele decir "Recurriré a un coach para mejorar mis habilidades de comunicación, para gestionar mejor mi tiempo, o bien para saber delegar" y no se suele pensar en el coaching para "poder incrementar las ventas de mi división en un 5 %". Aquí también conviene pensar en el coaching como "el arte del objetivo". En efecto, cualquier objetivo es valido en coaching, incluso cuanto más concreto mejor. "El juego interno del tenis" de Tim Gallway, considerado como el libro fundador del coaching en el cual John Whitmore se inspiro para divulgarlo en mundo empresarial, fue motivado por el autor, jugador profesional del tenis, para ganar partidos. Lógicamente en el camino hacia este objetivo, la persona hará un trabajo sobre sí mismo para, seguramente, cambiar comportamientos, adquirir nuevas habilidades y hacer muchas cosas más. Sin embargo, el propósito del coaching, lo que da sentido a esta disciplina, es que el cliente consiga alcanzar lo que quiere y no solo mejorar como persona.
Por fin se esta dando muchos calificativos al coaching: ontológico, con PNL, sistémico, breve, en movimiento, wingwave, con caballos, y hasta cuántico. Las formas de hacer coaching son cada vez más ricas y esto está muy bien porque demuestra el dinamismo y la creatividad de esta disciplina. Sin embargo, mucha gente se pierde con tantas palabras y, algunos, llegan a pensar que algo que tiene tantos nombres no debe ser muy serio y obedece más a un fenómeno de moda. Una vez más, pensando en el coaching como la disciplina del objetivo nos ayuda a centrarnos y a entender mejor que estas formas de hacer coaching no son un fin en sí mismo, sino solo herramientas, más o menos potentes, a la disposición del coach para hacer mejor su trabajo que consiste en ayudar a su cliente a saber lo que quiere y a conseguirlo. De la misma forma que cuando se enseña la luna conviene no mirar el dedo, cuando se enseña formas de hacer coaching conviene no perder de vista el propósito final.
El filósofo Epicteto decía "Primero descubre lo que quieres ser, luego haz lo que tengas que hacer". Para mi, esta cita resume bastante bien la esencia del coaching y delimita donde el coach debe poner el foco para ayudar a su cliente a "saber y a conseguir lo que quiere".
Autor: Lionel Terral - Socio Director de LeaderPlanet
Artículo también publicado por el mismo autor en Capital Humano, en enero 2014